Han salido los premios, se han hecho tertulias y ha habido opiniones para todos los gustos, sobre quien realizó la mejor faena de la feria de Abril de Sevilla. Si bien ha habido toreros que me han emocionado, como es el caso de Juan Ortega, para mí, el merecedor del premio a la mejor faena 2024 es Borja Jiménez al tercer toro de Victorino Martín, «Baratero» de nombre, y voy a intentar explicar el porqué.

Lo fue porque en el Arte del Toreo, el Torero no sólo presenta los trastos y pasa al toro, si no que él mismo crea geometrías y movimiento de las telas para interpretar esculturas efímeras que tengan sentido con innovación y técnicas propias. Lo fue porque Jiménez reproduce modelos antiguos que por momentos se traducen en rompedores y vanguardistas ante el modelo academicista del pase por el pase. Faenas como las del torero de Espartinas son las que hacen distinguir al «artesano» del toreo del «artista». El primero repite los modelos sistemática y mecánicamente, el artista, aún rememorando otros estilos, los crea.

Borja dio sentido al espacio geométrico. Para torear así, es necesario trazar mentalmente unas líneas limítrofes donde solo quepa el toro, el torero y el movimiento de las telas. Sin querer, controla las matemáticas y el plano, pues, para que de la sensación de un único grupo, un «todo», ha de realizarse un toreo tan conjuntado, sin salirse de esa frontera, que solo las cabezas privilegiadas que han nacido para esto lo hacen con sentido innato.

Lo fue porque frente a él tuvo un toro encastado, listo, y por ello debió disponer de una atención controlada, y a la vez creadora, fuera de lo normal. Había que poner los cinco sentidos, no era cuestión de presentar la muleta y que el toro pasara, había que Torear, con mayúsculas. Cualquier error se hubiera advertido pronto porque el toro estaba con él, no cabía la menor distracción. Esa concentración no quiere decir que tuviera que ser inmóvil y cerrada, sino que Borja, la puso al servicio de los distintos cambios que el toro pudiera tener, y/o tuvo.

Otra característica ante «Baratero» fue que, por momentos, consiguió el ritmo y la ley de la cadencia que exige la estructura de una faena. Supo interpretar, repetir esa cadencia en cada pase con la libertad que te da el entender la embestida de los Albaserradas.

Termino afianzándome en la capacidad creadora de Borja Jiménez ante las embestidas de los toros de Victorino Martín. Si comparamos el arte de Torear con el de la Escultura, el escultor parte de un bloque de madera, piedra o metal, inerte, al que esculpe y da forma. En cambio, el Torero, (en este caso Borja Jiménez), tiene delante un animal vivo, informal, con pensamientos, y que con él ha de interpretar, crear, diseñar modelos en movimiento en un breve espacio de tiempo, con lo que la creatividad ha de estar presente en todo momento. No se puede tomar un respiro para que aflore la inspiración, esa es la grandeza del Toreo, la creación inmediata y sin vuelta atrás.

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